Tengo un grupo de 1º de ESO (12 años) con las siguientes características:
-Un alumno con deficiencia auditiva grave al que hay que dirigirse de frente.
-Un alumno asperger.
-Un alumno autista (no precisamente silencioso).
-Un alumno de integración que está en el aula algunas horas de matemáticas y otras sale a apoyo.
-Tres alumnos con cuyos padres todavía no me he podido comunicar porque no leen las agendas ni cogen el teléfono.
-Cuatro repetidores.
-Dos alumnas de las que aún no he logrado que saquen el boli.
-29 chicos y chicas en total.
A pesar de todo esto, el grupo no es malo. Hay algunos chavales brillantes (sobre todo dos chicas), son en general trabajadores y nos llevamos fenomenal en clase. Pero casi 30 alumnos con estas características tienen como consecuencia que si uno de ellos no se ha enterado de algo, puede que yo tampoco logre ver que él no se ha enterado y no me ha querido preguntar. Pero es que el día siguiente este será otra, y esta, otro.
Hace pocos años teníamos un máximo de alumnos con necesidades educativas especiales por clase (2) y, por cada uno de ellos, se nos reducía la cantidad de los demás (por cada alumno con necesidades educativas especiales teníamos dos menos de los que no las tenían, o no tan especiales). Ahora todo eso ha desaparecido, el máximo y la reducción.
Pretender que en estas circunstancias la educación sea maravillosa es una utopía más grande que el Himalaya. Después nos instan a hacer proyectos, a trabajo colaborativo, a evaluación por competencias. Con estas características de grupos es completamente imposible ir más allá de una clase en la que más o menos te asegures de que lo entienden al menos un rato. Los recortes son esto.
Claro, no funciona el sistema conservador porque sólo se está implementando una parte. En su totalidad, el sistema incluye vender al 75% de la población infantil a Inditex para sus factorías y todo bebé con deficiencias se arroja al mar. Con eso se te quedaría una clase fenomenal. Son los progres los que impiden que esto se lleve a cabo con eso de la socialdemocracia y los derechos y ahí están los resultados.
Hay veces en que uno no sabe si reírse o llorar. España supera año tras año los objetivos de déficit con que el gobierno nos engaña no sólo a nosotros, sino también a los socios europeos. Gastamos sistemáticamente más de lo que producimos. Además de haber roto la hucha de las pensiones y acumular una deuda de un año de PIB. El estado gasta como si no hubiese mañana.
Y aun así hablamos todavía de los recortes, ¿cómo es posible?
Pues porque se recorta en algunos temas como salud, ciencia o educación, mientras se mantiene el gasto en pensiones, prejubilaciones, organismos públicos redundantes e inútiles y en el 3% del cacique de turno.
Y además de todo eso, la hacienda pública recauda menos porque la actividad privada está arrasada por la crisis y si estás en el paro, en la ruina o en ambos a la vez, poco te van a poder exprimir.
Pero claro, la culpa resulta que es de Inditex, una empresa que emplea a miles de trabajadores (que además están bastante felices con su trabajo) y que permite con sus impuestos que podamos mantener abierto el chiringuito.
Mientras seamos tan ingenuos de dividir el mundo en buenos y malos, en los nuestros y los otros, no cabe extrañarse de que nos la metan doblada en tantas cosas. Que a estas alturas haya gente que cree que la única forma de enriquecerse es quitarle el dinero a otros es muy triste y da poca esperanza de que dejemos de ser un país de mileuristas.
La administración se están cargando generaciones completas de gente que un día podrían ser mentes brillantes españolas. Me recuerda a un escrito realizado por Franborg, un poeta o como quieran llamarle con su reflexión..."Hoy, me he dado cuenta que la técnica es bien sencilla: primero, hacernos creer que no somos nada, que no valemos nada, que no llegaremos a nada, que no cambiaremos nada, que no influiremos en nada, que no comenzaremos nada, que no terminaremos nada. Después, sembrar la certeza de que las únicas soluciones posibles a nuestra falta de todo y nuestro exceso de nada están en sus manos. Finalmente, tirarnos migas de pan duro a las que nos lanzaremos con extrema necesidad e impotencia, compitiendo entre nosotros, destrozándonos, pisándonos en nombre de la supervivencia.
No nos están ganando ellos. Estamos dejándonos ganar nosotros al creer en sus palabras."
Aquí ya no nos jugamos una cuestión política, esto ya es una cuestión cultural, y un país se define por su cultura!