la verdad sobre el caso Harry Quebert
Pues sí, yo también he caído y me he leído en tres días el libro de moda, “La verdad sobre el caso Harry Quebert”. Y como tengo un blog en el que escribo lo que me da la gana, voy a escribir una crítica que baila todo el rato entre lo objetivo y lo subjetivo.
Para los que aún no lo han leído: el libro engancha casi desde el principio y ésa es su gran baza (y algo nada fácil de conseguir). Pero no, para mí no es un librazo. Y a partir de aquí viene la crítica con spoilers, así que decidan ustedes si tienen que dejar de leer. Lo que me ha gustado : -No dejas de leer hasta que lo acabas. A veces infravaloramos eso, pero tiene su mérito. Cierto es que cuando el libro versa sobre un asesinato y la resolución de éste, es más fácil mantener la tensión narrativa y dejar enganchado al lector que quiere saber quién demonios es el asesino (no nos engañemos, es lo que queremos a lo largo de las 700 páginas, nada más que eso). Pero bueno, que hay muchos libros infumables sobre asesinatos que se dejan a la mitad y éste no es uno de ellos. -La relación entre Marcus y su madre es hilarante. Es más, esa madre pide un spin-off para ella sola. La de Tamara Quinn con Robert Quinn también tiene su punto (pero cuando se descubre su pastel particular me la creo muy poco). Lo que no me ha gustado: -La mayoría de personajes son bastante superficiales y poco creíbles. Marcus a ratos es un chulo que lo único que hace medio bien es investigar (lo cual dice muy poco de la policía... o bien te hueles que están en el ajo), Harry es bastante idiota (sobre todo, sabiendo el final, será caradura…) y sólo sabe soltar consejos, Nola está zumbadísima (la felación a Pratt se le ocurre a una niña inocente de 15 años, claro), Jenny está mal de la azotea, su madre lo mismo, Luther no puede ser más prototípico (y el autor casi nos da a entender que es retrasado desde el principio), el editor es un gilipollas descomunal… No he empatizado con ninguno, creo que el autor no llega a entrar bien ni en el protagonista y eso ya es difícil en 700 páginas. -El libro está en su mayor parte narrado de dos modos, en primera persona desde Marcus y mediante un narrador omnisciente que lo sabe todo de todos, nada de limitarlo a un par de personajes. Eso, además de pesado, me parece un truco feísimo. La primera persona y el omnisiciente limitado tienen como ventaja que el lector va sabiendo conforme sabe el protagonista, no le esconde nada que él no sepa (aunque él mismo pueda estar equivocado). El omnisiciente total tiene como ventaja que el lector tiene una visión certera y general de la historia y se limita a ver cómo transcurre, de forma objetiva. Cuando mezclas las dos parece que te estén timando por los dos sitios. Además, casi todo el libro es diálogo. Eso lo hace más ligero, claro, pero a ratos parece que los diálogos están forzados para que salgan cuando tiene que avanzar la trama. -Todo el amor que aparece en el libro es falso y exagerado. Nola es para darle dos tortas, no es creíble que nadie se pueda enamorar de una niñata que sólo dice “¡Harry, te voy a cuidar! ¡Oh, Harry, amor mío! ¡Qué felices vamos a ser!”. Las cartas de amor que después darán lugar a la gran novela americana estudiada por todos que es “Los orígenes del mal” son infumables, menuda literatura… Mi sensación es que precisamente el autor (de 27 añitos), al igual que su personaje, no se ha enamorado nunca. -El triángulo amoroso es de traca. Los tres lelos. -Es un libro sobre un escritor que escribe un libro sobre un escritor que escribe un libro. Metaliteratura a tope, oye. Pero encima con un montón de recomendaciones sobre cómo escribir y no escribir dichas por el gran perdedor de la novela. Algunas recomendaciones son del tipo “-Harry, ¿cuánto se tarda en escribir un libro? –Depende -¿De qué? –De todo”. Nivelón. También le dice que el primer capítulo es importante, que tiene que ser constante, que el amor es muy importante… A mí me ha cansado bastante esa moralina, y más aún cuando luego Harry resulta ser el mayor estafador del país. -Hay cosas que no me cuadran para nada. Se me han olvidado muchas, pero, por ejemplo, el editor hijo del mal (que vaya tela con el personaje, ésa es otra…) filtra a la prensa sin el permiso de Marcus parte del borrador de la novela, donde se habla de los malos tratos de la madre de Nola. ¿Nadie en Aurora le puede decir a Marcus esos días que la había pifiado? ¿O es que en 6 años nadie sabía que esa madre no existía? -Ocultar información al lector está bien y es necesario para mantener el interés, pero cuando se hace sobre hechos pasados (1975) es cutre a más no poder. Harry le va diciendo las cosas con cuentagotas. Cuando se queda sin contarle lo de la madre (porque se ha acabado la visita, juas), está claro que eso va a ser parte de la resolución. Pero es que encima, la trama del presente (donde sí debería jugar con la información) es estúpida. Sólo juega con los anónimos de pacotilla. Eso me recuerda a que, tras un anónimo amenazante, el policía colega del prota le dice algo así como “Esto quiere decir que alguien no quiere que investigue”. Qué crack el poli. -Durante el 80% del libro el autor te hace creer que Nola es o una zorra o una niña angelical y enamorada. Luego lo que resulta es que está zumbada y tiene alucinaciones por un exorcismo. ¿Hooooola? Esa trama tiene telita. -Casi todos los personajes de la novela pasan en algún momento a ser sospechosos o culpables del asesinato de Nola. Marcus no porque no había nacido, pero casi. Entiendo que hay que buscar ciertos giros, pero leche, es que te da a entender que han sido todos: Luther (éste es el obvio desde el principio y el que sabes que luego no será), Harry, el reverendo, Stern (al que Luther no le reconoce la voz en un porrón de años, claro), Pratt, Robert, Jenny, Travis (pintado desde el principio como exageradamente profesional y maravilloso), Tamara… faltaba el psicólogo, pero poco más. Está bien que haya giros narrativos, pero llegó un momento en el que ya era en plan “bueno, si quedan todavía páginas, éste no será y será otro por algo que no se había ni nombrado en todo el libro”. Y efectivamente. Algunos críticos han comparado a Jöel Dicker con Nabokov o Capote. Creo que hace falta algo más que un tipo de 34 años que se enamora (estúpidamente) de una de 15 para ser Nabokov. Y algo más que un escritor que se va a un pueblo para ser Capote. Pero así es el marketing literario (no sé cuánto de autobiográfico tendrá la novela). El libro es entretenido y meritorio, el autor traza las tramas de forma que mantenemos nuestros ojos pegados. Si el objetivo era entretener, lo consigue de sobra, y con eso me vale, claro. Pero no creo que haya que ir más allá. Alguien puede decir “haberlo escrito tú”, pero es que yo soy profe de mates. Ahora le toca a Dicker criticar mis clases :) |2013-08-20 | 17:01 | coctelera | Este post | | Tweet
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