el sentido del guisante
No sé cómo lo he hecho, pero ahora mismo estoy con cinco libros a la vez. Tres son de relatos, no importa demasiado mezclarlos porque no cierro (o apago) el libro hasta que acabo la historia. Los otros dos sí se me están liando, pero es que además el lunes me llegó a casa El sentido del guisante, el primer libro de Rubén Negro, dueño del blog Trapseia, y tenía que hacerle un hueco como merecía.
Rubén y yo nos hemos visto una sola vez, hace un porrón de años, pero ha sido curioso cómo hemos mantenido el contacto de forma totalmente independiente a las razones por las que nos conocimos. Básicamente nos relacionamos por su blog y el mío y por Twitter. Él es el señor Negro y yo soy la señora Berinto, punto. Bendito internet, sí, pero coincidirá conmigo en que unas cañas de vez en cuando tendrían su punto. Cuando hace unos meses me dijo que estaba escribiendo un libro, presupuse que pondría en él la misma ironía que en el blog. Lo confirmé, claro, cuando supe que el libro está en parte basado en el blog. El sentido del guisante no es una novela ni un ensayo ni nada etiquetable, sino un libro sobre la vida amorosa del autor, no se lleven a engaños, pero con mucha chispa, no se podía esperar menos. Sin embargo, no hace falta conocer a Rubén para revivir historias que nos han pasado a todos los que rondamos su generación. Todos nosotros hemos conocido el paso de mirar con la boca abierta a alguien en el instituto sin saber ni el número del fijo de su casa a ver cómo ahora sabemos por Facebook hasta lo que ha comido de postre en el pueblo en Semana Santa. Cualquiera va a recordar más de un encuentro y más de un fracaso aunque los encuentros y fracasos del libro no sean los suyos propios. Y esas vueltas de esternón a veces se nos olvidan. Pero Rubén insiste en que el libro es una historia de perdedores. Y una mierda, Rubén. Yo sé que eso lo dice por puro marqueting, así es él, pero no hay quien se lo crea, ni leyendo el libro ni sabiendo un poco sobre su vida. Lo que me ha jodido del Guisante (qué malhablada estoy hoy) es que al principio plantea la idea de multiversos, de distintos yoes posibles, la mayoría de los cuales no habrían besado a la chica. El yo que le toca a Rubén se pone las botas, claro, así que "perdedores", los justos. Y lo que es una gran hez (me voy a reformar) para los treintañeros que sabemos de probabilidad es pensar que la cantidad de yoes no es cien ni mil sino infinita. Será deformación profesional, pero me he pasado todo el rato que me ha durado el libro pensando en lo diferentes que son los sucesos de probabilidad cero en un espacio muestral infinito y en uno finito. Un fastidio lo de los infinitos yoes, Rubén, que lo sepas. Y enhorabuena por la verde criatura :) |2013-04-10 | 21:54 | coctelera | Este post | | Tweet
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