por la gran bretaña
En una semana he estado en Manchester, el distrito de los lagos ingleses, Edimburgo, St. Andrews, Stirling, Newcastle y Durham. Llegaba un momento en el que ya no sabía dónde estaba o dónde tenía que ir, pero ha sido un viaje precioso. También agotador, claro, pero en parte era la gracia. Algunas conclusiones:
-Las inglesas horteras son muy horteras. Y hay muchas. Sobre todo las más jóvenes, tremendo. -Conducir por la izquierda tiene su gracia hasta que te tragas el primer (y segundo y tercer) bordillo. -Los escoceses son bien majos. Bueno, en general, la gente me ha parecido de lo más agradable. -El concepto de "almohada con grosor despreciable" es eso, despreciable. -En cada hostal en el que he estado había españoles (licenciados la mayoría) trabajando como limpiadores. Cuando decía que iba de turista, casi no se lo creían. Es un poco desolador, la verdad. -La playa de Carros de fuego es alucinante al atardecer. Minivídeo molón aquí. -Los museos son gratuitos. Además, hay bastantes museos sobre la vida real, llenos de niños con sus padres observando objetos, civilizaciones, maquetas, cómo funcionan herramientas cotidianas, palpando la historia... No hay un modo mejor de aprender y creo que en España hay muchísima carencia en ese sentido. -Muchas cosas (el cine entre ellas) tiene un sustancial descuento para estudiante pero o te piden ninguna identificación, se fían de ti. -Los precios en general son bastante similares a los españoles o incluso inferiores. Londres es caro pero el norte es bastante asequible. -He visto más ovejas pastando que las que veré el resto de mi vida. Los vegetarianos deberían poder comer cordero. -Menudos paisajes... -... Y menudo tiempo. Menos mal que tuve suerte, pero allí no se pueden hacer planes que presupongan cierta cantidad de horas de sol. -En todas las ciudades te daban gratuitamente muchísima información sobre qué visitar, dónde comer o qué hacer. -¡Qué bien se ha portado mi cámara! He dejado algunas fotos aquí. -Llegará un momento en el que nos moriremos, así de claro. Cuando eso ocurre, los que tenemos la desgracia de no creer en la vida después de la muerte tenemos que conformarnos con dos cosas: lo que hemos hecho (viajes, cenas, amigos, momentos...) y lo que hemos dejado en otras personas (con mi profesión, ese punto es maravilloso). En definitiva, aunque haya que ir de albergues y bocatas, ¡qué bonito es viajar! |2012-09-05 | 16:31 | fotografia | Este post | | Tweet
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