hay que cerrar el gas
Hay que cerrar el gas, de J.J. Millás.
Cuando estaban a 100 kilómetros de Madrid, camino de la playa, el padre de familia empezó a dudar si había echado la llave del gas. Con la mirada fija en la serpiente blanca que dividía el asfalto en dos mitades, rememoró sus últimos movimientos por el interior de la casa. Desde luego, había cerrado el paso del agua: se acordaba porque al salir de debajo de la pila se dio un golpe en la cabeza, donde aún tenía un bulto que ahora se tocaba con gratitud: gracias a él sabía que por el lado de las inundaciones no habría problemas. Luego había recorrido las habitaciones bajando las persianas con el cuidado de dejar una rendija por la que la vivienda respirara un poco durante la ausencia familiar. Recordó que la del cuarto del pequeño se atascó y que al desencajarla se había hecho un rasguño en el dedo. Contempló la herida para certificar que no había sido un sueño y continuó el recorrido. Ahora le tocaba el turno a la luz, cuyo interruptor general estaba un poco alto, por lo que era preciso subirse a una banqueta. Tras apagarlo, perdió el equilibrio y al caer se mordió por dentro el labio inferior. Acarició ahora con la punta de la lengua aquella herida de sabor eléctrico y también por ese lado se quedó tranquilo. En realidad, aquellos pequeños accidentes no habían sido fortuitos. Siempre se los provocaba al salir de vacaciones para tener constancia de que las cosas quedaban en orden. Pero, maldita sea, no recordaba haber cerrado el gas. Sin dejar de prestar atención al tráfico, se revisó las manos con cuidado en busca de una uña partida o cualquier otra señal que evocara por asociación ese instante, y no la encontró. Definitivamente, se había quedado abierto. Lo normal es que no sucediera nada, pero si llegara a producirse un escape, por pequeño que fuera, la vivienda se convertiría enseguida en un polvorín. Bastaría con que alguien llamara al timbre de la casa de al lado para que la chispa eléctrica hiciera estallar el gas acumulado y se produjera la catástrofe. Vio la casa saltando en pedazos y desvió el coche hacia la derecha para detenerse en el arcén. -¿Qué pasa? preguntó su mujer. -Nada, me ha parecido oír un ruido. Descendió del automóvil, se fue a la parte de atrás, abrió el maletero para quedar oculto a las miradas de su mujer y de sus hijos y respiró hondo varias veces cubriéndose la nariz y la boca con las manos. De este modo (lo había leído en un libro de autoayuda), en lugar de aire, tomaba el anhídrido carbónico expulsado de los pulmones y conseguía una relajación pasajera. -Había una maleta mal colocada dijo al ponerse de nuevo al volante. Arrancó más tranquilo, aunque con la cabeza llena de catástrofes, y entonces el pequeño de los niños hizo la pregunta fatídica : -¿Falta mucho? Él crispó las manos alrededor del volante y evitó responder. En lugar de eso, adoptando un tono indiferente se dirigió a su mujer: -¿No se te habrá ocurrido cerrar la llave del gas? -Siempre te ocupas tú. ¿Se te ha olvidado? La pregunta de ella coincidió con la del niño que insistía en averiguar cuánto faltaba. Como confesar su descuido habría sido muy humillante, se volvió hacia el pequeño y dijo mordiendo las palabras como un perro rabioso: -Falta una eternidad. Si quieres saber lo que es una eternidad, imagina a una hormiga dando vueltas alrededor de la Tierra, haciendo siempre el mismo recorrido. Piensa en los millones de años que harían falta para que esa hormiga dividiera la Tierra en dos pedazos. En ese momento ni siquiera habría comenzado la eternidad. -¿Entonces no llegaremos jamás, ni volveremos nunca? -Así es -respondió el padre sin dejar de masticar las palabras como si fueran piedras, al tiempo que se metía debajo de un camión de gran tonelaje. Unos instantes después, en el infierno, comprobó que tenía chamuscadas las cejas y recordó que ésa era la señal efectuada al cerrar la llave del gas. ¡Lástima de accidente! |2008-10-14 | 15:18 | coctelera | Este post | | Tweet
Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://lolamr.blogalia.com//trackbacks/59987
Comentarios
|
Van diciendoMail-andololaberinto-arroba-gmail.comPapeles viejos
Categorías
Otros cuentan- 1 de 3- Acertijos y más cosas - Comentaristas dispersas - Cuchitril literario - Cuentos mínimos - Decapitado por hereje - Efervescente2H - El lobo rayado - El musolari errante - Epsilones - Espejo Lúdico - Gaussianos - La ciencia para todos - La piedra de Sísifo - La vidriera irrespetuosa - La zona fótica - Lector constante - MalaCiencia - Por la boca muere el pez - Trapseia - Ventanas
Humor |