Paula sonríe, cierra los ojos y le coge un beso. Camina hacia atrás y, con cuidado, de espaldas y sin falta de ganas, entra en aquel hospital. Borra con el bolígrafo su firma y una enfermera le acompaña a su habitación, la treinta y ocho de la segunda planta. Se mete en la cama con un gesto mecánico, se siente bien y deja que pase el tiempo. Al día siguiente empieza a tener algo de fiebre y nota dolor en el costado y el cuello, dolor que se va acentuando con el paso de las horas. Le colocan un collarín, tras un "Paula, esto va mucho mejor" por parte del médico. El suero va volviendo poco a poco a su bolsita. Saca pastillas de su boca que la enfermera guarda con cuidado, las jeringuillas se llenan y empiezan a salirle arañazos en la piel. Duerme cuando puede, y empieza a notar que sus huesos empiezan a romperse. De vez en cuando saca un quejido inevitable, no puede dejar de preguntarse qué le ha ocurrido y qué está pasando.
Pasan los días. Está completamente rota por dentro, sin fuerzas para hablar. Las visitas llegan y se van. O se van y llegan. La colocan en una camilla, sale del hospital y la montan en una ambulancia. La llevan lo más rápido posible a la M30, y la meten en su coche. Se va la ambulancia, pasan diez minutos y el amasijo de hierros del coche comienza a descomprimirse hasta volver a su forma normal. Sus huesos se reconstruyen de repente y su coche se despega del Ford Fiesta azul que tenía delante. Sigue su camino... hacia atrás. Relaja su cara y desacelera. Llega a casa, se ducha con el agua hacia arriba, se quita la ropa y le coge un beso. Se tiende en la cama y siente un orgasmo instantáneo e intenso que se va calmando poco a poco. Tras veinte minutos, justo al abrir los ojos, escucha "cariño, hoy no cojas el coche, que habrá mucho tráfico, ¿vale?". Ella siente algo que le martillea la cabeza en seco, en plena frente, y nota que por fin comienza un día hacia adelante. "Llevas razón, creo que cogeré el tren... Además, hoy no habrá quien aparque por allí... Por cierto, te quiero". Y, ahora sí, le da un beso...
De todos los años que llevo trabajando con el sonido, quizá el único efecto que no puedo olvidar, antes por desconocido, y ahora que lo conozco, por conocido, pero no menos sorprendente, era eso de grabar y darle la vuelta a lo grabado para que sonase al revés...
Para mí, que empecé desde muy chico a hacer experimentos, sin saber siquiera lo que hacía, siempre fueron un misterio esas extrañas paradojas que se daban al darle la vuelta a lo que sonaba...
Cosas del todo imposibles, como lo que has escrito más arriba...
Me maravillaba, cuando grababa una palmada y la invertía, y descubría, lleno de asombro, que primero sonaba la resonancia de la sala donde se había grabado, que en vez de extinguirse iba en aumento, hasta que escuchabas la palmada, que quedaba sin resonancia ninguna...
Un imposible... jamás podría darse en la realidad la anticipación de algo que todavía no se ha producido...
Pero, por lo menos, eso es más o menos normal... dentro de lo no normal que es... coges una secuencia de lo que sea, le das la vuelta, y tó patrás, ya está... Peor y más impresionante fue escuchar a la niña de la película Poltergeist, cuando se la iban a llevar aquellos demonios, como gritaba, pidiendo ayuda... Lo que más me impresionó fue oír una resonancia larguísima al revés, pero la niña, hablaba al derecho, normal... ¿Cómo era eso posible?
No me cabía en la cabeza que aquella resonancia invertida anticipara lo que se iba a decir... imposible...
Yo ya había hecho alguna que otra cosa, con pocos medios... pero se reducían a invertir lo que ya estaba al derecho, tal cual , sin añadirle nada más... pero aquello no lo entendía... ahora sí lo entiendo...
Grabas lo que sea, lo pones al revés, a eso le añades reverberación artificial que sí está al derecho, luego todo eso lo vuelves a invertir, con lo que la voz que quedó al revés que tenía una reverberación que sí estaba al derecho en ese momento vuelve a quedar al derecho, como estuvo al principio... pero con la resonancia al revés, que llega antes de lo que se dice...
Otro día me dio por leer al revés, pero al revés del todo, o sea, para atrás... y, al ponerlo al revés, salía al derecho, pero con una entonación extrañísima... Entonces no caí en que debería haber entonado al revés... y eso es algo que nadie sabemos hacer... se puede uno volver medio loco, si es que ya no lo está....
Todo esto viene a cuento porque lo que hoy he leído más arriba me ha vuelto a recordar un día que me entró la paranoia por intentar imaginar la vida al revés...
Y tú la has descrito al milímetro...
Lo que no me había planteado nunca era lo de los sentimientos al revés, imágenes al revés... ¿Cómo dolerá el dolor al revés?
¿En vez de oír, el sonido te sale por los oídos, comportándose estos a modo de extraños auriculares?
Del cerebro al oído, los tímpanos vibran, producen el sonido, el sonido sale, se extiende por el entorno...
Y serías un creador, lo que piensas, suena, o se ejecuta, o lo que sea...
Con tus oídos envías sonidos al auricular del teléfono, que a su vez se ha convertido en un micrófono, la voz que tú has pensado va hacia el destinatario, su micrófono sería ahora un auricular que emite sonidos, que le entran por la boca, los aspira para que "no suenen", y los piensa...
Qué misterio... cuántas cosas...
Se le podría dar mil vueltas a tu post de hoy...
Un post absolutamente demostrativo, que viene a demostrar que lo contrario de la alegría no es la tristeza, sino la alegría invertida, y lo contrario de reír no es llorar, sino reírse al revés, ¿ves como nada es lo que parece?
Si nunca has oído algo al revés, te sorprendería descubrir que las descripciones que has dado son exactas... eso de sacó un quejido... Sí, se lo sacó a la resonancia de la habitación de hospital, y lo aspiró... qué paranoia... si lo has escrito tú, ole... y, si no... pues, ole, también, que sólo el hecho de haberlo leído y haberlo traído aquí, para compartirlo... ya se sale...
Pero no te emparanoies demasiado... que, aunque consigas oír algo al revés, no deja de ser física pura, aunque inconseguible en la realidad...
Saludos...
Uy, Pilatos, quién me iba a decir a mí que iba a dar para tanto un post así... En realidad, me tumbé en la cama y pensé que quería escribir un post raro. Encendí el portátil y salió eso. Pero sí, en realidad todo acaba siendo física (y, por ende, matemáticas)... hasta lo más imposible :P. Un saludo!
lola, me has traido a la mente nuestro accidente a comienzos del curso pasado.. nosotros no tuvimos que soportar jeringas, ni sueros... me lo has recordado porque recorrí miles de veces esos momentos al revés, desde los giros en el interior de la carrocería sin saber dónde pararíamos, el golpe seco y ... he pensado mil veces que si hubiese tomado otra dirección, si no hubiese tenido ganas de conducir, como de costumbre,... hubiera conducido él.. y no hubiésemos estado allí en ese preciso momento.., si ....y si... que sensación leer tu post y pensar que pudiesemos de alguna manera llegar a intuir lo que nos sucederá... por qué toda una vida cambia en un instante??
miles de besos
jur, majo, no sabía que habíais tenido un accidente... bueno, ya ante estas cosas, pienso lo contrario: hay un montón de decisiones que tomamos que hacen que no tomemos otras que acarrearían un final menos feliz... Y todo ello aderezado con mi ya consabido amor por la casualidad y la poca gracia e incredulidad que me produce el concepto de destino...
(Esto quería ser un trackback, pero no me funciona :-)
He sentido una extraña sensación, un agradable cosquilleo, al leer "Sentido inverso" en El Lolaberinto...
Paula sonríe, cierra los ojos y le coge un beso. Camina hacia atrás y, con cuidado, de espaldas y sin falta de ganas, entra en aquel hospital. Borra con el bolígrafo su firma y una enfermera le acompaña a su habitación, la treinta y ocho de la segunda planta. Se mete en la cama con un gesto mecánico, se siente bien y deja que pase el tiempo. Al día siguiente empieza a tener algo de fiebre y nota dolor en el costado y el cuello, dolor que se va acentuando con el paso de las horas. Le colocan un collarín, tras un "Paula, esto va mucho mejor" por parte del médico. El suero va volviendo poco a poco a su bolsita. Saca pastillas de su boca que la enfermera guarda con cuidado, las jeringuillas se llenan y empiezan a salirle arañazos en la piel. Duerme cuando puede, y empieza a notar que sus huesos empiezan a romperse. De vez en cuando saca un quejido inevitable, no puede dejar de preguntarse qué le ha ocurrido y qué está pasando.
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